lunes, 29 de noviembre de 2010

Ha llegado el momento de encontrar una respuesta, el momento de mirar nuestras heridas y extraerles el pus sin vacilar, encontrar a nuestros otros yo y destruirlos, sangrar y tiritar suplicando una sonrisa del cielo... mirarnos, rendir nuestros pasados, no creer en la muerte, no creer en nuestra muerte...

viernes, 5 de noviembre de 2010

i don't wanna talk

me gustaría no creer ni pensar en nada de lo que diste ayer
me gustaría poder decir al igual que tú: i don't wanna talk
me gustaría seguir siendo el árbol viejo y silencioso
que solo se regaba con tus lágrimas, anhelos y suspiros
me gustaría seguir siendo, y mucho más ahora, simplemente tu refugio
y me gustaría no sentir que yo también necesito uno
me gustaría que tú lo seas y que no tenga que pedir que lo seas
me gustaría que en un arrebato por mí incendies el ayer
y lo reduzcas a cenizas
me gustaría no tener que decírtelo ni tampoco señalarte el camino
o poner en tu mano la llama encendida
me gustaría no complicarme ni complicarte
me gustaría que tus pestañas se rindan con tranquilidad en la noche
y no con sobresaltos
me gustaría tener todo aquello que puedes dar
me gustaría tener todo lo bueno que dices haber dado
me gustaría sentir que no sería problema para ti
porque me gustaría creer que ahora tienes mayores razones para abrir tus manos
me gustaría que no me preguntes qué necesito
porque lo que necesito es la totalidad de tu ser y de tu alma
y aunque suene a tonta confesión secreta
me gustaría que decidas por mí
así como me gustaría que le quites las arrugas a una de mis camisas
porque dices que lo sabes hacer bien
me gustaría sentir que no debo pedirte una prueba de esa destreza
sino que con amor y en silencio me sorprendas con esa prenda...
me gustaría no tener que decir eso...
y me parece que me gustaría seguir haciendo solo esto
o en todo caso, que solo debo hacer esto
es decir
me gustaría solo escribir, como antes, para matar mi silencio
me gustaría solo escribir mis fríos, mis noches y mi lluvia
me gustaría que estas teclas reciban mis vacíos
me gustaría no joderte con aquéllos
me gustaría pensar que si solo los lees no te vas a ir
ni a hartar de mí

miércoles, 29 de septiembre de 2010

perfectamente - moleskine sur

Entre pipa y tabaco, Absolut y Tampico, me dijo que le gustaría morir estrellado en su auto a gran velocidad o en un tiroteo; no convertirse en un viejo decrépito sinónimo de estorbo e incomodidad, yo también le confesé mi odio a la vejez. Me contó de sus mil y un aventuras y brindó por los nuevos comienzos sin saber que ese nuevo comienzo al siguiente día ya se habría ido. Tal vez fue la canción de John Mayer, tal vez solo es la vida, tal vez solo es el roce con la muerte:

"I'm perfectly lonely, yeah
'cause i don't belong to anyone, nobody belongs to me."

miércoles, 15 de septiembre de 2010

algunas veces yo - moleskine

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendía la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-.
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces.
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudaran
de mi existencia real
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.

En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura-
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me deje llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

"Porque escribí"-Enrique Lihn

lunes, 9 de agosto de 2010

moleskine sur - final

solo, solo cuando estás más triste, solo cuando ya no existes, solo cuando alrededor ya no estás, ya te fuiste. te pegaste, te pegaste cual calcomanía, te olvidaste de disimular, ahora ya, te perdiste. y piensas que todo está perdido, que el mundo se va a acabar, que ya no importa nada, y que te vas a morir, que te vas a morir, de cualquier forma. (...) solo, solo con mi sombra solo, solo cuando te me escurres por los ojos, suavemente (...)

maldad

Decirle "te necesito"
a alguien que te necesita
para luego huir
es una maldad
porque generalmente
me necesitan mujeres
que no necesito

Decirle "te quiero abrazar"
a alguien que te quiere abrazar
y luego huir
es doblemente una maldad
porque generalmente
me abrazan mujeres
que no quiero abrazar

sábado, 13 de diciembre de 2008

Lucas

No pudo tocarla. Había avanzado y navegado sobre su suave piel descubriendo lugares secretos y cálidos bajo la sábana de la seudo oscuridad. Y de repente su sangre se congeló. Aquella seudo oscuridad reveló un cuerpo frágil y tierno enrumbándose a la travesía de la excitación y del fracaso. Aquella seudo oscuridad se transformó en una luz cegadora. Lucas sintió que se había convertido en una especie de monstruo y se odió a sí mismo. Sintió que ella no era una víctima. Era algo más, pero no quiso averiguarlo. Había pasado sus días buscando abrigos fugaces y regresando a sus vacíos subterráneos. Había decidido no lastimarse nunca más. Había decidido construir una red y atrapar cuerpos tibios. Se vio desnudo e indefenso y vio ojos y miradas féminas que se multiplicaban llenas de odio, llenas de amor, llenas de desprecio, llenas de cariño. ¿Qué estoy haciendo? Se preguntó en los rincones de su mente. Sus temores se reflejaron en abrazos y delicados besos. Ella no entendía nada. Solo pensaba en huir.

Cuando Beatriz conoció a Lucas pensó que era un tipo interesante. Unos amigos se lo presentaron al encontrarlo paseando solo por la Plaza de Armas. Él se quedó un buen rato con ellos y ella recuerda con claridad que él la llamó malcriada y además le dijo que nunca iba a conseguir nada con esa actitud. Y es que Bea era una chica huraña o al menos esa fue la impresión que le causó a Lucas. No aguantaba bromas y sus respuestas lo molestaban mucho más. Era, de vez en cuando, más sarcástica que él. Y es que cuando te topas con alguien que posee los mismos mecanismos defensivos, la impresión ya no es la misma. O terminas airado o terminas intrigado. Y la intriga te conduce por caminos impredecibles. Los caminos que Beatriz recorrió.

Lucas cantaba covers en una banda de rock y todos los viernes por la noche se presentaba en el bar cultural Next Drink. Había pasado ya casi un año y se sorprendió al ver a Bea en una de las mesas. Sus ojos color miel, su cabello negro y su tez morena siempre hacían una buena combinación. Y sus mejillas de ardilla eran una provocación para saludarla. Mas no la saludó hasta terminado el show. Luego se acercó, se sentó a su lado, probó su mejilla con sus labios y la abrazó. Ella dejó caer su cabeza sobre su pecho y lo cubrió con su pelo. Se abrigó en él como si lo hubiese necesitado desde que lo conoció.

Lucas piensa que el tiempo juega bromas. Piensa que el tiempo te lleva a lugares y momentos ilusorios. Aquellos lugares y momentos que jamás crees que puedan existir, pero que existen por las vueltas que da este perverso esferoide. Piensa que algunas veces llegan en instantes. Y se van. O se quedan. Piensa que se van cuando el sueño ya se dejó de soñar. Y piensa que se quedan cuando el sueño aún perdura. Aún así, es ilusorio, dice.

Tan ilusorio como aquella noche en el hotel.

En la cama los dos yacen desnudos mirándose. Los dos tienen miedo, pero son miedos diferentes. Ambos se gustaron en el pasado y para Lucas fue una ficción. Ahora se encuentran en el presente y él quiere creer que debe seguir siendo una ficción. Por un momento, se niega a creer en eso y cae por el abismo que él mismo ha creado. Ella no cree que sea una ficción, pero también cae por el mismo abismo. Se aferra a él. Lo siente. Se enamora. Se culpa. Se hunde. Ya es tarde y debe marcharse.

En el taxi, llora. Sus lágrimas le duelen. Y sus dedos caen sobre el celular: “No estoy bien… Y fácil yo soy la única que tiene la culpa (por llegar hasta ahí). Pero de verdad no quería solo eso… ¡Adiós! Ya no me quedan muchas ganas de verte.”

Lucas quería decirle que no se despida. Que podía ser la mujer que cambiaría su vida. Pero no lo hizo por miedo. No lo hizo por cobardía.

Jamás la volvió a ver.


(resplandor - Homicida del silencio 30 de nov.)